CONSTITUYENTE… ¡YA!

El creciente descontento manifestado en las calles por la ciudadanía desde el año 2019 y continuado con el paro nacional indefinido decretado desde el 28 de abril del año en curso no tiene otra clara salida que la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.

Falseada como está la majestad de la institución presidencial, no ofrece credibilidad para llegar a acuerdos que permitan superar la crisis y el descontento popular.

Esa es la consecuencia lógica de no honrar la palabra empeñada del Estado. No es exclusivamente la traición del pacto suscrito con la extinta guerrilla de las FARC hecho trizas; es, fundamentalmente, la quiebra de la honradez de la institucionalidad de la Presidencia traducida en una absoluta falta de credibilidad.

Quienes desconocieron la unidad del Estado y por tanto consideraron que un cambio de gobierno permitiría desconocer los acuerdos de paz sabían que enfrentarían ese riesgo y lo desestimaron.

La tormenta de reformas constitucionales que pretendieron imponerle a la ciudadanía para tratar de desbaratar lo que quedaba en la Constitución del Estado Social de Derecho y hacer predominante el modelo Neoliberal reafirma que Colombia sigue siendo un Estado fallido.

Ante un Estado fallido, que encima luce un régimen político secuestrado por las mafias del Fraude, el narcotráfico y la corrupción política, de nula credibilidad porque no honra los pactos, la consigna no puede ser otra que: ¡CONSTITUYENTE YA!.

Es ese el escenario ideal en el que se puede dar forma al gran acuerdo sobre lo fundamental capaz de construir un Estado legítimo, en reconciliación, en paz.

Es la única vía que le dejaron a un pueblo cuyo sentimiento de impotencia crecía por dentro como una fuerza telúrica que ahora estalló y que ya no tiene otra salida diferente a la de construir un nuevo Estado capaz de defenderse de las mafias que lo secuestraron reemplazando a la ley por la violencia para mantenerse en el poder y mantener sus insanos privilegios.

No se trata de modelar y consensuar -como estila la plutocracia llamar ahora a la sofocación de la crisis- acuerdos sobre reformas políticas, económicas, ambientales y sociales, ¡no!, es la inaplazable decisión de construir un Estado Posible, que garantice la vida y la convivencia para la construcción de una nueva nacionalidad legítima y la paz misma. Y eso sólo se puede lograr a través de una asamblea nacional constituyente que revoque el mandato de los poderes vigentes, partiendo por revocar el mandato del presidente, convoque a nuevas elecciones y que plasme integralmente en una nueva Constitución el acuerdo sobre lo fundamental que abra el camino a un Estado Posible y Legítimo.

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