El general Walter Souza Braga Netto, quien funge oficialmente como el primer ministro de la Casa Civil de Brasil, asume ahora también como “presidente operacional” de Brasil, aparentemente hasta que dure la crisis por la pandemia del Coronavirus, como producto de un «acuerdo» con la cúpula militar de ese país.
El nuevo «Presidente Operativo» tendrá a su cargo la dirección y la centralización en su persona de toda la gestión del gobierno al menos mientras dure la crisis, una decisión que debió ser aceptada por Bolsonaro y su grupo político y se difundió en diversos portales, entre los que se destaca el castrense Defesanet.
La publicación del sitio militar lleva como título “Gen Braga Neto Assume o Estado-Maior do Planalto” y allí explica que “la nueva ‘misión informal’ fue el producto de un ‘acuerdo principal’, que involucró a ministros y comandantes militares y al propio Presidente de la República” y que “para muchos, la ‘misión’ de Braga Neto no es más que una intervención o una junta militar que coordina el gobierno”.
Esto significa que si Bolsonaro está en desacuerdo podrá expresarse en contra de las decisiones, pero el general Braga Neto podrá corregirlo abiertamente, según explica la web militar.
La información del “intercambio de funciones” ya se ha transmitido, “con el debido cuidado”, a los ministros y a las “autoridades” principales, especialmente de los poderes legislativo y judicial. Braga Netto habría sido presentado como “director de operaciones”. Entre los militares, el puesto se llama “Jefe de Estado Mayor de Planalto”.
El gobierno militar secreto formado por generales en los puestos clave del Planalto, es la consecuencia de los avances políticos del sector castrense dentro del gobierno. Ahora, sin embargo, hay un cambio importante: los generales se consolidaron en la mesa de negociaciones con Bolsonaro a partir las victorias políticas que acumularon después de un largo trabajo, que se da en simultáneo con el constante aislamiento político de Bolsonaro y su innegable desgaste en la opinión pública.
Se trata del trabajo de meses coordinado por el Alto Mando de las Fuerzas Armadas con la ayuda de la prensa y sectores civíciles de centro derecha. No obstante, aunque Bolsonaro debió aceptar el condicionamiento, no se somete por el momento completamente y buscará recobrar centralidad y capacidad de decisión.
Sin embargo, la espada de Damocles que pende sobre el (ex?) presidente de la República Federativa de Brasil es la posibilidad de un avanzada judicial contra su hijo y la develación de los lazos que el bolsonarismo posee con las “milicias” para militares.
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