UN MUNDO IRREAL

UN MUNDO IRREAL

por Carolina Coronado Sofán

Esta pandemia -de nunca olvidar y que hará parte de la historia que estudiarán nuestros hijos, nos enseñó o más bien corroboró lo pobre que somos como sociedad, como humanidad y como país. Que las fachadas para decir que se ha avanzado no se pudieron sostener ante la fragilidad intangible e invisible de un virus.

Fachadas como la de un “sistema de salud” que el estado no nos pudo garantizar, de un “sistema educativo” que no es para todo el mundo, pues ante la emergencia quedó claro que desde casa muchos niños y jóvenes no pudieron acceder a un derecho fundamental, como lo es la educación. Que la toma de decisiones se salieran de control y se vieran envueltas en un mar de incertidumbre.

Nos demostró que la desigualdad, el hambre, la soberbia y la falta de empatía, no dejarán de llevar la bandera en el mundo, que es más el dinero invertido en armas y guerras que en aquellos ideales y objetivos que velen por el bienestar de todos. Que por más potencias mundiales y líderes de grandes naciones que con su poderío desafiante creían que podían controlarlo todo, hoy incan sus piernas ante un un enemigo silencioso, sin poder contenerlo y sin saber cual será el resultado final ante un panorama tan incierto.

Nos demostró la inseguridad del ser humano y la fragilidad de agobiarnos por un sinnúmero de información que circula diariamente. Que nuestra capacidad de respuesta es débil ante el miedo y la confusión. Que no importa la condición social ni vulnerabilidad, todos somos iguales y estamos expuestos a ser víctimas de este nuevo acompañante mundial.

Muchos dicen que el mundo cambiará cuando esto acabe, y sí, ojalá seamos más sabios y podamos construir un planeta más justo, más humano, que valore cada oportunidad de la vida, más igual, más solidario. Un mundo donde quepamos todos y que nos una la fe y la esperanza.

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